La Casa de Jack

En “La casa de Jack”, Lars Von Trier sigue una tendencia de rechazar a sus personajes que son escritos para ser detestables. Así es como logra crear una pieza cinematográfica feroz, cruda y violenta. Un lugar donde el humor negro es recurrente y se muestra la caída a lo más bajo de la humanidad es reflejado.

 

En un mundo de películas de crimen y suspenso donde el malhechor es un personaje carismático y brillante, los personajes oscuros de Von Trier son torpes, descuidados, víctimas de sus propios vicios y necesidades retorcidas. Así es como el protagonista de esta peculiar película es reflejado, un detestable hombrecillo desesperante que busca alcanzar una meta visceral: una casa hecha de cadáveres.

 

Para el final de la película, el creador se basa un tanto en la Divina Comedia de Dante Alighieri, para mostrar la caída a los infiernos de nuestro protagonista.  Así como en el resto de la película, la teatralidad de los brutales asesinatos de Jack se deja ver cuando llega una escena que nos recuerda a La Barca de Dante de Eugène de la Croix. Un intertexto impactante que nos mantiene boquiabiertos por todos los elementos que contiene y cómo es que el protagonista llegó hasta ese punto infernal después de una travesía tan sangrienta.

 

El trabajo de Lars resulta de una naturaleza provocativa. Ha creado la historia de un asesino con trastorno obsesivo compulsivo que al mismo tiempo mata por arte. Un personaje que cree que la finalidad de la existencia humana precede la vida y se completa en la muerte. Así mismo, las escenas donde hay más dramatismo y violencia, se les dota de mayor calidad fotográfica, dejando de lado un poco el repudio por el criminal y dejando ver un poco de agrado hacia él.

 

 

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